Procesiones paganas en Semana Santa

Procesión de Semana Santa¿Qué tienen que ver los huevos de pascua, la limonada y las torrijas con la devoción? La Semana Santa es la fiesta religiosa de los creyentes que se rinden a la imagen de Cristo y en silencio acuden a las procesiones que invaden las ciudades. Pero de estos días que se avecinan se puede hacer más de una interpretación. Semana Santa es a devoción lo que Navidad es a celebración del nacimiento de Jesucristo.

Semana Santa es a descanso y profesiones paganas lo que Navidad es a grandes reuniones familiares. No todos ven esta cita como una manifestación de arte y fe, una expresión múltiple de solemnidad y pasión por Cristo. Junto al arte y la devoción, muchos ciudadanos viven momentos de esparcimiento -o disfrutan únicamente de estos- en los numerosos eventos que en toda la geografía se celebran. Procesiones menos tradicionales pero no por ello menos populares.

Procesiones paganas en Cuenca

Y para muestra, Cuenca. Con una copa de más, los nazarenos comienzan a las seis de la mañana a desfilar en la Procesión de los borrachos, la que originalmente se conoce como Procesión Camino del Calvario. La figura del padre Jesús es sucedida por una muchedumbre de tambores y clarines denominada Las Turbas.

Buscar los orígenes de Las Turbas es una tarea que ni los más eruditos del tema pueden precisar. La leyenda sostiene que esta procesión comenzó a raíz de una fuerte subida del precio del pan, allá por 1766. Se produjo entonces una revuelta popular, conocida como el motín del tío Corujo (nombre que, sorprendentemente, rima con un licor que ingerido en elevadas dosis produce el estado de ebriedad que da nombre a la procesión). El mencionado individuo encabezó la sublevación y, según relatan las crónicas de aquellos años, pudo ser el precedente de las actuales Turbas. Aquel año un grupo de vecinos del barrio conquense de la Puerta de Valencia, sacaron de la iglesia de San Roque tambores y clarines de Semana Santa y revestidos con túnicas recorrieron la ciudad con gran escándalo.

A partir de entonces, cada Jueves Santo más de tres mil turbos se atavían con túnicas variopintas, descubren sus rostros y tocan tambores durante toda la noche. No es este un ruido repetitivo y sin sentido, sino los mismos turbos hacen una interpretación de su estruendo: «¡Ay-que-le-da-que-le-da! ¡Tam-tam!». Mientras, medio centenar de clarines, a intervalos y en puntos del trayecto predeterminados por la costumbre, hacen las llamadas «clarinás» con sonidos discordantes, como aullidos, ante decenas de miles de espectadores que se agolpan en las aceras para presenciar el paso de la procesión. Hay que brindar mucho por el tío Corujo para no ensordecer.

Procesiones paganas en León

Sin pretender dar motivos a los lectores para que se den a la bebida esta semana, al tiempo que en Cuenca se revive la rebelión inflacionista, rememoramos otra cita pagana. El mismo día, se recuerda en León Genarín, San Genarín.

Genaro es conocido por todos los leoneses por su corta estatura, su fealdad, su picardía, por frecuentar burdeles y por su gran pasión: el vino. Nacido a principios del siglo XX, la mayor parte del tiempo lo pasaba en las cantinas de la época, bebiendo orujo (ay, tío Corujo) hasta altas horas de la noche. Una de esas madrugadas, mientras volvía al hogar por la carretera de los cubos, la que bordea la muralla de la ciudad, una necesidad primaria hizo que se detuviera en medio de la calle. El alto grado de etilismo en el que estaba sumido le impidió darse cuenta de que el primer camión de basuras que hubo en León pasaba por allí. Murió trágicamente atropellado por el vehículo. Desde entonces, sus seguidores celebran una procesión en su honor, en franco contraste con las procesiones litúrgicas oficiales.

Cada año más devotos se suman a esta ceremonia. Hace diez, un grupo de fieles constituyeron La cofradía de Nuestro Padre Genarín. Se han convertido en los encargados de organizar la procesión. Y se dice organizar porque se celebra todos el mismo día, pero cada año tiene un recorrido diferente, siempre por las calles del barrio húmero (regado, más bien esta noche). Lo que sí es emblemático es el ritual que se hace cuando la procesión pasa por el punto donde murió Genarín: un «hermano trepador» sube a la muralla y deposita unas ofrendas en lo alto. La procesión finaliza con un último brindis de orujo o queimada.

Imagen: RP

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